¡Compartir es mejorarnos!
La semana pasada te dejé con la miel en los labios al presentarte Lanzarote (en las Islas Canarias) como un muy recomendable lugar para desconectar de tu rutina. Pudiste leer parte de todo lo que atesora esta maravillosa isla. Hoy voy a compartir contigo la segunda entrega: probablemente el mejor de los 3 días. Inspira hondo, que esto empieza ya.
DÍA 2: FUNDACIÓN CÉSAR MANRIQUE, JARDÍN DE CACTUS, CUEVA DE LOS VERDES, MIRADOR DEL RÍO Y CALETA DE FAMARA
Después del desayuno del hotel y de comprar comida para la cena, me esperaba una de las paradas que más me sorprendió de este viaje: La Fundación César Manrique. Había leído el nombre de este hombre varias veces en mi preparación del viaje, pero no imaginé que fuera tan importante para la isla. Y es que está presente literalmente en todo monumento, escultura, remodelación, acondicionamiento… que existe en la isla.
Este señor, lanzaroteño de nacimiento (de Arrecife concretamente), fue un artista de renombre nacional e internacional, llegando a vivir en París y en Nueva York, donde aprendió y se influenció de los más grandes artistas.
Pero César Manrique, además de ser un genial pintor, también era escultor y arquitecto, además de poseer una imaginación y poder de creación más allá de lo ordinario. Inculcó lo que él mismo llamó «Arte Total», y sus numerosas obras mantienen un potente denominador común: el binomio Arte – Naturaleza (probablemente lo que más me gustó de toda la isla).
Así, la isla está estrechamente vinculada con el artista, cuyas intervenciones sobre el territorio se basan en el respeto a la Naturaleza, preservando parte de la esencia de Lanzarote. Entre sus obras más destacadas, y mostradas en la Fundación que lleva su nombre, tenemos:
Es decir, casi cualquier lugar de interés de la isla está vinculado con su obra. El artista falleció en un accidente de tráfico en 1992, a los 73 años de edad.
Sobre la Fundación César Manrique, decir que fue inaugurada en 1992 en la antigua residencia del artista, en Taro de Tahíche, ya que en 1988 se trasladó a su última vivienda, construida y decorada por él, en el municipio de Haría.
La Fundación es una organización cultural privada, que se autofinancia (ingresos procedentes de la venta de entradas y de la tienda-librería), sin ánimo de lucro y con el propósito de impulsar la actividad artística, medioambiental y cultural, además de conservar y difundir la obra del genial artista.
La finca de la Fundación está situada sobre una colada lávica de las erupciones volcánicas ocurridas en la isla entre 1730 y 1736 (las que, junto con las erupciones de 1824, conforman el diseño volcánico de la isla hoy en día, lo que se denomina «malpaís»). El edificio está levantado sobre 5 burbujas volcánicas naturales de gran tamaño, comunicadas por pasillos horadados en la lava, de una belleza increíble.
Presenta dos niveles, entre los que destaca el Jameo Central, con la piscina. Las otras 4 burbujas están acondicionadas con diferentes colores (rojo, negro, blanco y amarillo), con una decoración que quita el habla. En la última sala se muestra un video de la vida de César Manrique, que sinceramente te contagia los valores del amor por la Naturaleza y del rechazo a la construcción masiva y sin control del sector turismo.
Burbuja volcánica amarilla
Como el propio Manrique expresa en una de sus múltiples reflexiones:
«Es necesario crear una nueva conciencia universal para tratar de salvar los espacios naturales de la amenaza que supone el insaciable egoísmo humano, que solamente ve en la destrucción de la Naturaleza los beneficios económicos que reporta.»
Además de mostrar las opiniones de los más allegados al artista, destacando su profunda jovialidad y energía en todo lo que hacía, el video destaca su prematuro fallecimiento (a los 73 años), cuando todavía le quedaba cuerda para rato.
En el exterior, se percibe un precioso y enorme mural realizado por el genio. Desde la Fundación hacen especial hincapié en el hecho de que el espacio fue concebido para ser vivido, no como museo, algo que hace más especial si cabe la visita.
A la salida de la Fundación, en la tienda, os invito (como yo hice) a haceros con un ejemplar del libro «César Manrique, en sus palabras», de Fernando Gómez Aguilera. Por 19 euros os llevaréis la cronología de su vida y un genial compendio de 131 frases emblemáticas del genio (alguna citada en este post) quien, además del mundo del arte, también dominaba poderosamente la expresión de sus sentimientos y reflexiones vitales por escrito.
Muy cerquita de la Fundación se ubica el restaurante Los Aljibes, cuya espectacular decoración exterior fue también realizada por Manrique.
Horarios: del 1 de noviembre al 30 de junio –> 10-18 excepto domingos (10-15).
Del 1 de julio al 31 de octubre –> 10-19 todos los días.
Precio: 8 € (no incluida en los bonos).
Cuenta con aseos y aparcamiento.
Dejando atrás el pueblo de Tahíche y adentrándome en Guatiza, la siguiente parada fue un conjunto de especies repleto de vigor y encanto: El Jardín de Cactus. De nuevo el sensacional César Manrique hizo gala de su apuesta por el mágico binomio Arte – Naturaleza, patente en cada rincón de este bello lugar, inaugurado en 1990, y que se convertiría a la postre en su última obra espacial en la isla.
Enfrente de la entrada se puede apreciar un cactus metálico gigante y en la propia entrada, una bonita puerta de hierro forjado. Una de las mejores características de este lugar es la imposibilidad de apreciar ápice alguno desde el exterior, pese a tratarse de un jardín. Y si contamos con el efecto sorpresa que propicia la entrada desde lo alto del jardín, probablemente te ocurrirá lo que a mí, que esbozas un «wow».
Y es que la vista nada más recibir el ticket de la entrada es abrumadora. Un laberinto de varios niveles de terreno posicionados alrededor de un taro central (construcción en forma de torre circular) plagado de cactus de muy diversas formas, tamaños, colores… y orígenes. Más de 7200 ejemplares de más de 1100 especies diversas lo contemplan, originarias de Perú, México, Chile, Estados Unidos, Kenia, Tanzania, Madagascar, Marruecos y Canarias. Casi nada.
A todo ello hay que unirle el magnífico regalo a la vista que ofrecen sus tierras negruzcas y piedras de tonos volcánicos. Como contraste con la aridez del paisaje, existen pequeñas lagunas repletas de nenúfares y peces de colores. Cabe destacar la curiosa fuente situada enfrente de la tienda (¡mírala a los ojos!) además de las obras de Manrique a la entrada de los diferentes aseos. ¡No te las pierdas!
En total 5000 metros cuadrados de terreno en forma de perfecto corazón vigilados por el espléndido molino de Guatiza.
Y es que, según palabras del genio:
«En cada creación tengo la idea general, el esquema total, pero luego en la ejecución encuentro y provoco la aventura, para que el final resulte imprevisto, y me sorprenda a mí mismo. Éste es el fenómeno de la creación del arte.»
Aquí se puede apreciar claramente su forma de corazón
Horarios: del 1 de octubre al 30 de junio –> 10-17:45 todos los días.
Del 1 de julio al 30 de septiembre –> 9-17:45 todos los días.
Precio: 5,5 € sin bono.
Cuenta con aseos y aparcamiento.
Continuando con el itinerario y dejando en el margen derecho Los Jameos del Agua, llegué a ese lugar que tantas ganas tenía de visitar, más si cabe por no poder hacerlo el día anterior. Hablo evidentemente de la Cueva de los Verdes. Y, como esperaba, no defraudó.
La entrada a la Cueva ya impresiona, al igual que la salida, por donde ya se ve al grupo anterior desfilar. Y es que la única forma de visitar esta cueva es mediante guía.
La Cueva de los Verdes, al igual que Los Jameos del Agua, es parte del tubo volcánico que originó el Volcán de la Corona, y está situada (por poco) sobre el nivel del mar. Debe su nombre a una familia que habitaba esa zona hace muchos años. En los siglos XVI y XVII la isla sufrió episodios cíclicos de saqueos de piratas, siendo esta cueva utilizada como escondite.
La temperatura en la cueva es de 18ºC (constante) y en ella podrás observar los estafilitos (estalactitas de lava). Recalcar que casi absolutamente todo lo que se puede ver ahí abajo es 100% natural, salvo el camino, las luces… y poco más. En cuanto al recorrido, es factible para toda clase de personas y edades, excepto de movilidad reducida, ya que en ocasiones hay que agachar bastante el torso o bajar por escaleras estrechas. Pero nada que temer.
Estafilitos
Probablemente te habrás preguntado si la oscuridad es un enemigo al realizar el camino. Lo cierto es que no, y es debido al genial trabajo del artista nacido en Fuerteventura Jesús Soto, mano derecha de César Manrique, quien también agregó su ingenio en la creación de los Jameos del Agua y varias obras culturales de la isla. Encomendándosele la misión de iluminar la cueva, Jesús Soto superó las expectaciones puestas en su obra y deslumbró a todos con las luces y sombras conseguidas, creando un aspecto realmente atractivo en un espacio donde sólo hay restos de lava.
Y es que ciertamente Lanzarote te sorprende a cada paso. En cierto momento de la visita, se llega a un auditorio, donde se introdujo un piano de cola por partes (debido al angosto camino) y donde se puede disfrutar de música en vivo en determinados días y horas, con capacidad para 400 personas.
La guinda del pastel es lo que se conoce como «El Secreto de La Cueva», y que respetuosamente no desvelaré para que, si gustas, te sorprendas de la magia de Jesús Soto. Sólo te daré una pista: el guía te pedirá no sacar fotos a «aquello», ya que sino podrías desvelar el Secreto al resto del grupo, sin tú probablemente darte cuenta de nada. Una vez hecho un experimento que el guía pedirá a algún voluntario, ya se puede crear la estampa del mágico lugar. En términos generales, no dudéis hacer fotografías, hay luz suficiente para ello.
Horarios: del 1 de octubre al 30 de junio –> 10-18 todos los días (última visita a las 17h).
Del 1 de julio al 30 de septiembre –> 10-19 todos los días (última visita a las 18h).
Horario recomendado: 15-17 (15-18 en verano).
Precio: 9 € sin bono.
Cuenta con aseos en el exterior del recinto y aparcamiento.
¿Y qué hay de comer? Ya tocaba reponer fuerzas. Un bocadillo de embutido para esta clase de viajes suele ser bastante recomendable, aunque no ciertamente lo más saludable. Con las pilas más cargadas y con las mismas ganas del comienzo, proseguí mi camino hacia el siguiente sorprendente lugar, ese vigía que controla todo movimiento en la costa septentrional: El Mirador del Río.
Edificado sobre el Risco de Famara (acantilado a lo largo de 22 km por la costa noroeste de la isla), a 475 m de altura, este mirador obra de César Manrique es un claro ejemplo de integración de arte y Naturaleza. La estructura, imperceptible desde el exterior, esconde su armazón entre la piedra que lo mimetiza con su entorno. En la pequeña plaza de entrada, podemos admirar una escultura de hierro forjado de un pez y un pájaro, simbolizando el agua y el aire, simbiosis de esta creación.
En su interior destacan dos lámparas realizadas con varillas y placas de hierro, que son la antesala de lo que es posible contemplar desde allí: una vista sin igual del archipiélago Chinijo (palabra canaria referente a un niño de corta edad), con la fabulosa isla de La Graciosa en primer término, eclipsando a las demás. Esta isla es la única del mencionado archipiélago que está habitada, con unas 500 personas en su haber. Es posible llegar hasta ella en barco (20 min) desde el puerto de Órzola. Posee una vastísima reserva marina de pesca, la de mayor extensión de la UE.
Detrás de La Graciosa se pueden divisar Montaña Clara y el Roque del Oeste (escondido), y al fondo, Alegranza y el Roque del Este. Si desviamos la vista hacia abajo, se aprecia también la base del risco de Famara y las salinas más antiguas de la isla, las Salinas del Río.
La sala alberga una cafetería, unas mesas y unos cómodos sofás que hacen que se disfruten en mayor medida estas grandiosas vistas. Es posible salir fuera (aunque las vistas son parecidas), pero es recomendable para tomar fotografías ya que evitamos el estorbo del cristal del mirador. Eso sí, ármate de valor, ya que el viento que allí sopla es sumamente incómodo.
Una vez hemos disfrutado de las mejores vistas de estas islas, es posible acceder al piso superior, al aire libre, donde además de obtener la misma perspectiva anterior, se puede admirar en dirección opuesta el malpaís de la zona, culminado con el gigantesco Volcán de la Corona. Como dato de interés, el nombre de este mirador proviene del estrecho brazo de mar que separa Lanzarote de La Graciosa, denominado «río».
Volcán de la Corona (al fondo)
En resumen, es el más claro ejemplo de las palabras que Manrique expresa en uno de sus textos:
«Primero, se analiza el medio, sus fuerzas, sus materiales, para entrar en íntimo conocimiento. De esta manera, el arte hace una acumulación común, uniendo sus fuerzas y creando, por primera vez, como la gran sabiduría del perfecto equilibrio, los secretos unidos del TODO.»
Horarios: del 1 de octubre al 30 de junio –> 10-17:45 todos los días.
Del 1 de julio al 30 de septiembre –> 10-18:45 todos los días.
Precio: 4,5 € sin bono.
Cuenta con aseos y aparcamiento.
Wifi gratis.
La tarde ya caía, y aunque no se hacía daño era momento de visitar el último punto de interés del día: la Caleta de Famara. Debido a la zona geográfica de todos y cada uno de estos centros, no me fue posible la visita en unas horas más tempestivas, aunque prometo volver a disfrutarla de día. Esta Caleta, una de las más hermosas de la isla, se encuadra entre el pueblo de Famara y los acantilados del Risco de Famara, situados a más de 600 m sobre el mar. Mi breve estancia bastó para dejarme un buen sabor de boca, aún con clima y luz desfavorables.
Era ya momento para irse de camino al hotel, no sin antes dar gracias a un día plagado de encanto, arte y Naturaleza.
Y es que puedo decir sin miedo a equivocarme que Lanzarote es un lugar donde puedes ver “cosas” que no se pueden ver en ninguna o casi ninguna otra parte del mundo, debido principalmente a su orografía volcánica, la labor de Manrique, sus condiciones ambientales y el majestuoso cuidado de la isla.
Recuerdo ese día como si fuera ayer. Un no parar de aprender, descubrir, fascinarme y contemplar sitios realmente espectaculares. Eso sí, aún quedaba el último día del viaje donde, entre otras cosas, no te puedes perder el próximo post en el Parque Natural de Timanfaya, probablemente el punto más conocido de la isla.
Un placer escribir para ti, amig@.
Miguel Ángel
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(La foto de portada es en el Mirador del Río. Salgo mirando la isla de La Graciosa a través de sus cristales)
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Eres el mejor embajador de la isla. Enhorabuena, está perfecto.
Muchas gracias Conchita!
Lanzarote lo merece.
Un saludo