¡Compartir es mejorarnos!
¡Me ha vuelto a pasar! — exclamé indignado aquella noche. No puedo creer que cada día me ocurra lo mismo.
Mira que hoy parecía que iba a ser diferente.
¿¿¿Qué es en lo que fallo??? Soy incapaz de conseguirlo aunque sea un sólo día.
Correría el mes de noviembre de 2016.
Me acuerdo de explotar esa noche y de no creerme capaz de conseguir aquello que no parecía tan difícil: encontrar tiempo para una actividad que no me llevaría más de 2 horas.
Nunca tengo tiempo – me dije.
Recuerdo con anhelo aquella noche, y varias tardes más en las que tenía esa sensación entre frustración, incredulidad y desesperación.
Día tras día daban las 8 de la tarde, y luego las 9 de la noche. Luego la hora de hacer la cena y la hora de cenar. Y después, a la cama. Fin del día.
Mañana lo intentaré de nuevo, a ver si tengo más tiempo.
Y así sucesivamente.
No tenía tiempo. O eso creía.
En el artículo de hoy te voy a mostrar cómo el tiempo ha pasado de ser mi desesperación a un singular amigo: mi aliado perfecto.
Esto no quiere decir que todos los días nos llevemos bien, pero desde luego, he aprendido a relacionarme con él. Te cuento.
No tengo tiempo
Quiero proponerte que, a partir de ahora, cuando quieras decir la maldita frase “no tengo tiempo” la sustituyas mentalmente por “no tengo vida”.
Lo que duran nuestras vidas en este planeta lo medimos en años, meses y días. Es decir, con tiempo.
Cuando les dices a los demás (y a ti mismo) “no tengo tiempo”, en un sentido puramente emocional no estás teniendo vida.
No tener tiempo de hacer algo es sinónimo (te guste o no) de no saber priorizar lo importante cada día.
Y a mí me pasaba.
Llegué a creer (lo prometo) que el tiempo pasaba más rápido en Irlanda que en España.
Tenía que hacer tantas cosas cada día (sin la ayuda de mi madre, ya sabes), a la vez que trabajar, que cuando “tenía tiempo” (sábados y domingos) éste se pasaba volando.
La horrible sensación de que «se me pasa el día», de que “no me cunde” o de que “no tengo tiempo para nada” es simplemente la raíz de una escasa, pobre o nula organización.
Te recomiendo que tu mejor amiga para este 2020 sea tu agenda.
Personalmente creo que es la herramienta perfecta para luchar de un plumazo contra tu falta de tiempo y convertirlo en tu mejor aliado.
Date cuenta de que hay personas que parece que tienen más horas que tú en el día.
Que hacen en 1 hora lo que otros hacen en 3 (o 3 días, o nunca harán).
Es totalmente posible gestionar bien tus prioridades y aliarte con tu tiempo, pero requiere saber cómo.
Tiempo o dinero: ¿qué es más importante?
Para responder a la pregunta primeramente debes conocer algunos datos referentes a lo que entendemos por tiempo.
Primeramente, date cuenta de que el tiempo no existe. Lo hemos creado los seres humanos.
Como reza el título de este post, el tiempo es una ilusión.
(Nota interesante: ¿Te has preguntado alguna vez por qué un día dura 24 horas?
¿y por qué un mes tiene 30 días, y no 20 o 56?
¿Por qué un año tiene 12 meses y no 10, que es un número más fácil de recordar?
Te dejo que lo investigues…)
Volvamos a la pregunta. ¿Qué prefieres, 1 hora más de tiempo o 10 euros más en tu cuenta bancaria?
En términos generales, depende. En mi caso, si estoy haciendo un examen muy importante y necesito una hora más, probablemente pagaría 10 euros por tener más tiempo.
En cambio, si alguien me propone quitarme una hora de mi rutina de tarde para hacer algo que me gusta y me paga 10 euros, quizás accedería.
En general, si esta pregunta me la hubieras formulado desde que tengo uso de razón hasta hace 1 año, te hubiera dicho sin pensar que prefiero el dinero.
Pero desde hace 1 año aproximadamente me he dado cuenta del verdadero valor del tiempo, y exactamente eso es lo que quiero transmitirte hoy en este artículo.
El valor del tiempo
La idea general es esta: el dinero que se pierde, malgasta o despilfarra se puede recuperar. El tiempo no.
A raíz de darme cuenta de que el tiempo en este mundo es limitado y de que, a diferencia del dinero, lo que malgaste no lo puedo volver a recuperar, he cambiado mi forma de invertirlo.
Un gran ejemplo que sustenta el valor del tiempo es este genial artículo de Ángel Alegre, autor de Vivir al Máximo.
Adicionalmente, mi compañero Carlos publicó el pasado año este artículo sobre el tiempo.
De él, he rescatado este fragmento:
Para comprender el valor de 10 años, pregúntale al condenado a prisión injustamente.
Para comprender el valor de un año, pregúntale al estudiante que suspendió el examen final.
Para comprender el valor de un mes, pregúntale a la madre que ha dado a luz un bebé prematuro.
Para comprender el valor de una semana, pregúntale al editor de un semanario.
Para comprender el valor de una hora, pregúntale a los amantes que esperan para encontrarse.
Para comprender el valor de un minuto, pregúntale al viajero que perdió el tren.
Para comprender el valor de un segundo, pregúntale a alguien que evitó un accidente en el último momento.
Para comprender el valor de una centésima, pregúntale al ganador de la medalla de plata en las olimpiadas.
Cada momento cuenta, así que te recomendaría que nunca nunca nunca subestimes el enorme valor de las pequeñas cosas.
Cada 10 minutos.
Cada euro.
Cada momento.
Utiliza el tiempo a tu favor
Utiliza tu tiempo presente. Estate activo, haz cosas.
Debería faltarte tiempo, nunca sobrarte. No tengas «nada que hacer». Estate ocupado, aunque sea en descansar.
Ten proyectos en mente, evita perder el tiempo y sobre todo, no te vuelvas a dejar llevar y manipular por tu mente y trasladarte al pasado o al futuro para herirte.
Cualquier día que pierdes no lo vuelves a recuperar. Cualquier hora del día que desperdicies en lamentos o preocupaciones la has perdido de tu vida.
Te invito a que desde ya empieces a aprovechar el tiempo de manera eficiente y con un propósito para algo.
Un propósito diario, parcial si quieres, pero que haga utilizar tu tiempo por alguna razón, no por el simple hecho de rellenar el día para que empiece el siguiente.
El tiempo se invierte, no se gasta. Tienes un regalo cada día que empieza, un lote de 86400 segundos.
Honra tu día de hoy, valora tu tiempo, porque tal y como vives tus días, vives tu vida.
Cada día que pasa no es más que una miniatura de tu vida. ¿Qué vas a hacer hoy para honrar este día?
¿Cuánto vale tu tiempo?
Te propongo este potente ejercicio para que te cuentes verdad acerca de a cuánto estás intercambiando tu hora de vida en el trabajo.
La idea no es frustrarte, sino darte consciencia acerca del valor de tu tiempo.
Vas a tener que utilizar papel y boli para seguir los siguientes 4 pasos, así que cuando estés listo, sigue leyendo.
1) Obtén tu salario neto mensual
Esto es, tu salario mensual después de impuestos. Esto lo puedes conseguir fácilmente con tu última nómina. Procura que sea algo estándar.
Si en el último mes has conseguido algún bonus que no sueles obtener, no lo incluyas en tu salario neto mensual normal.
2) Calcula todos tus gastos relacionados con el trabajo
Aunque quizás nunca hayas reparado en ello, son bastantes.
Estos son los gastos MENSUALES más comunes relacionados directamente con el trabajo:
- Transporte público diario para ir y volver del trabajo (multiplicado por 20 días/mes).
- Coche –> seguro, averías, gasolina… mensuales.
- Ropa para ir a trabajar –> dinero gastado en ropa de trabajo al mes.
- Comida fuera de casa –> dinero gastado cada día en cantinas, restaurantes, bonos de empresa que te quitan del salario, take aways, desayunos… (multiplicado por 20 días/mes)
- Café –> dinero gastado en cafés al día en el trabajo (multiplicado por 20 días/mes)
- Cumpleaños, despedidas –> dinero destinado a cumpleaños, botes para fiestas de despedidas, amigos invisibles, cenas de trabajo, etc. al mes.
- Ocio –> dinero destinado a ocio ligado al trabajo (necesario para contrarrestar ese trabajo que no te gusta) al mes. Lo que comúnmente llamamos «caprichitos» que uno sólo se da para endulzarse ciertos días de trabajo que no soporta.
3) Resta lo anterior
A tu salario neto mensual le restas los gastos mensuales totales relacionados con el trabajo.
4) Obtén el valor de tu tiempo
Divide la cantidad del paso 3) entre el número total de horas trabajadas al mes.
Voy a tomar que por término medio se tienen 20 días de vacaciones y que un año tiene 52 sábados y 52 domingos. Así restan 241 días de trabajo al año. Voy a tomar 240.
Por tanto, de media, una persona trabaja unos 20 días al mes (240/12).
Dependiendo de cuánto trabajes al día (8h o más) así te saldrá el número total de horas trabajadas al mes.
Evidentemente si trabajas 10 horas al día y te pagan 8, el número de horas a incluir son 10 (que son las que trabajas, independientemente de si te las pagan o no).
Una vez hecho el cálculo anterior (no te fíes por tanta letra, es muy muy sencillo), te habrá salido un número.
Ése es tu beneficio real (ingresos menos gastos) por hora trabajada al día.
Espero que si lo has calculado no te desilusiones. Simplemente te doy la enhorabuena, porque ya sabes algo que probablemente nunca antes conocías:
EL REAL VALOR DE TU TIEMPO DE TRABAJO
Cómo todo ha cambiado
Después de realizar este ejercicio y de conocer mis prioridades en la vida (y planificar mis prioridades diarias), ahora soy profundamente consciente del valor de mi tiempo y de cómo aprovecharlo mejor.
Por eso siempre tengo planes y proyectos en mente, aunque sean cortos, porque desde hace ya tiempo no me permito no usar el tiempo a mi favor.
Y cuando realmente aprovecho mi tiempo es cuando estoy atento a la tarea que hago (no a la que viene después), disminuyendo las distracciones y siendo uno con el presente.
Espero de corazón haberte hecho recapacitar un poco acerca del valor del tiempo en tu vida y haberte dado algunas técnicas para hacerle tu aliado.
Saber gestionar tus prioridades diarias no es difícil, pero como todo, es necesario un poco de experiencia.
O, en el contexto de hoy, requiere un poco de tiempo.
Un placer escribir para ti, amig@.
Miguel Ángel
Ahora tú
¿Has logrado conocer cuánto vale tu tiempo? Si tienes alguna duda o quieres compartir tus impresiones conmigo, ya sabes, te veo aquí abajo en los comentarios.
Un abrazo grande!!
¡Compartir es mejorarnos!
Estupendo post! Da que pensar…
Un abrazo.
Hola Silvia,
eso es lo que me pasó a mí cuando lo hice. Me dio qué pensar también 🙂
A pensar sobre ello pues. Gracias por comentar.
Un saludo
Sencillamente extraordinario. Enhorabuena
Hola Conchita,
muchas gracias por tu comentario, como siempre.
Un abrazo