Creo que después de los últimos emails ha llegado el momento de compartirte algo que llevaba tiempo considerando hacer.
Ya te aviso desde el principio que puede que no estés de acuerdo con ello o que creas que se me ha ido la cabeza, porque es algo bastante rompedor y revolucionario para ciertas personas.
Sin embargo, no es algo nuevo.
No sé si te has dado cuenta de que existe una sabiduría perenne en la historia del ser humano, esa que aun con el paso de los siglos sigue transmitiéndose no importa dónde o a quién.
Esa que en una parte de occidente se llama X y en otra muy diferente de oriente se llama Y, pero que hacen referencia a lo mismo.
Esa que no depende de religión, ni de cultura, ni de nivel tecnológico.
Lo que te traigo hoy forma parte de esa sabiduría.
¿Quieres adentrarte conmigo en esta “nueva” pero antigua realidad?
Respira hondo, que esto se pone interesante.
Vamos a ello.
Un nuevo concepto: la Efectividad espiritual
Quizás lo sepas o quizás lo intuyas, pero leo bastante sobre desarrollo personal, y últimamente sobre espiritualidad.
Creo sinceramente que la espiritualidad es un complemento fantástico al “hacer” y al “tener” del mundo de lo físico.
Pues bien, hace un cierto tiempo se me ocurrió una idea: por qué no unir dos mundos (en principio) tan diferentes como la productividad y la espiritualidad.
Uno tan enfocado en el “hacer” y el otro tan enfocado en el “Ser”.
Y conforme iba dando forma a este concepto iba sintiendo que tenía todo el sentido.
No obstante, he dedicado un tiempo a aplicar en mi vida y en la ayuda a clientes de mi mentoría lo que he ido aprendiendo, y hoy siento que puedo por fin compartirte lo que he constatado empíricamente que funciona.
Te propongo que leas a partir de ahora con ojos de aprendiz, con la mente bien abierta y que tomes nota de ello porque posiblemente te va a ayudar más de lo que crees.
Los 3 principios en los que se fundamenta la Efectividad espiritual
1) Existe una acción interior y una acción exterior
Las personas, por lo general, únicamente se centran en la acción exterior (hacer). Algunos van un poco más allá y planifican lo que quieren hacer.
Incluso algunos, los menos, se marcan objetivos a medio o largo plazo que les aportan una visión de lo que quieren construir en sus vidas.
Pero muy pocos entienden cómo funciona esto de la acción. Verás.
Lo que entendemos como el mundo es una minúscula parte de lo que existe y no es más que un efecto, una proyección.
La realidad se encuentra siempre en lo no visible. Las causas de todo no están en el mundo, sino en lo real.
¿¿Cómo??
Sí, el mundo no es tan real como nos habían contado. ¿Por qué? Porque todo lo real perdura.
Sólo posees aquello que no puedes perder en un naufragio – Proverbio Hindú
Una casa, una pareja, un coche, unos zapatos, tu cuerpo… no perduran en el tiempo.
¿Entonces qué es real?
El Amor, la Energía, la Paz, la Abundancia, la Armonía… todo lo que no puedes perder en un naufragio.
Estés de acuerdo o no, aguántame de momento esta idea.
Volviendo al tema de la acción, la mayoría de las personas se centran en la acción exterior (en querer cambiar de casa, de coche, de pareja, de status, de trabajo, de ingresos…) y ahí no está la raíz del cambio. Eso son sólo los efectos.
Para cambiar todo eso hay que incidir en la acción interior, o lo que es lo mismo, en saber quién eres.
¿Y si te dijera que lo único a lo que has venido a este planeta es a recordar quién eres?
Sé que esto te puede sonar muy “hierbas”, pero deja a un lado tus prejuicios y dale una oportunidad a esta frase.
Puedes conocer la ley de Pareto, la técnica Pomodoro, trabajar por bloques, dominar las mañanas o utilizar Trello, que si estás desconectado de ti no sirve para absolutamente nada. Has de modificar el autoconcepto que tienes de ti mism@ a uno mucho más elevado. Al real.
La eterna convivencia
Mira. En tu mente conviven tu ego y tu Yo Soy.
El ego se centra en lo que quiere que seas, mientras que el Yo Soy se centra en lo que eres.
Piénsalo: mira por unos minutos al bebé que tengas más cerca (algún familiar que acaba de tener uno, una compañera, un amigo, tú mism@)… ¿dirías que ese ser es disciplinado, exigente, organizado, constante, perfeccionista, con miedo al fracaso, materialista, vago?
¿O lo calificarías más bien como amoroso, tierno, inocente, saludable, vital, pacífico, enérgico, abundante…?
Ese bebé está mucho más cerca de su ser real (de su Yo Soy) que cualquier adulto.
Aunque no lo recuerdes, tú también fuiste así. Lo que ocurre es que, como sabes, todos pasamos en los primeros años de nuestras vidas por un proceso de adoctrinamiento y desarrollamos esa coraza llamada ego con la que nos movemos por el mundo.
Y eso nos separa de lo que en realidad somos.
Por ello, parece que resulta más lógico partir de quiénes somos en realidad y a partir de ahí construir en el mundo. Es decir, partir de una acción interior para actuar exteriormente.
Y esa acción interior únicamente se trata de recordar quién eres en realidad (Amor, Abundancia, Salud, Consciencia…) y sentir certeza de ello.
Parece evidente que una persona que se siente abundante o amorosa va a crear en su vida algo diferente a la que se siente escasa o temerosa.
Realidad vs Mundo
De nuevo: la realidad es invisible, es el ámbito espiritual y es la matriz de todo lo visible en el mundo de las cosas. Es la causa.
Por contra, el mundo de las cosas es la manifestación de la dimensión invisible. Es el efecto.
2) No es lo mismo Consciencia que Conciencia
Haciendo uso del post de la semana pasada, recordarás que nombré que existe una escala de niveles de Conciencia, cuyo autor es David Hawkins.
Pues bien, es importantísimo que comprendas que la Conciencia es la herramienta que utilizamos para obrar en el mundo. Es la mente. Percibe, interpreta, por lo tanto es limitada. Es el ámbito del ego y tiene niveles.
Sin embargo, en el umbral del nivel más elevado de la Conciencia se encuentra la Consciencia.
La Consciencia es la Divinidad, el Espíritu o cualquier palabra afín que quieras usar. Conoce, sabe, por lo tanto es ilimitada. Es el ámbito espiritual y no tiene niveles.
Tatúate en tu mente la siguiente frase:
La Conciencia es la herramienta por la que se expresa la Consciencia en tu día a día
Por tanto, la Conciencia es un estado mental que induce la acción (acción externa) pero que no la inspira. La inspiración proviene de la Consciencia.
Cuanto más conectad@ estés con la Consciencia (con tu Yo real) más fácil te será elevar tu nivel de Conciencia. Recuerda de la semana pasada que sólo puedes ver en el mundo aquello que tu nivel de Conciencia te permite ver.
Tú eres Consciencia (y no la versión egoica y mundana que crees ser).
Por todo esto, la propuesta de la Efectividad espiritual es que vas a lograr más acercándote a quién en realidad eres que haciendo más y más cosas «siendo el de siempre».
(Sugerencia: lee los anteriores párrafos de nuevo para asegurarte de que los has comprendido bien)
3) El orden de la vida es Ser – Hacer – Tener
En realidad esto es una consecuencia de lo anterior, pero vamos a verlo con un ejemplo para que lo puedas entender mejor.
Básicamente, si quieres “tener” algo nuevo en tu vida, primero has de “hacer” algo para conseguirlo.
Verás que algunas veces es sencillo: haces y punto. Ya tienes lo que quieres.
Pero muchas otras veces, por mucho que haces, no consigues resultados. Esto simplemente es porque no eres (aún) el tipo de persona que es capaz de hacer ese tipo de cosas.
Ser – Hacer – Tener. Siempre va en ese orden.
Φ El nivel del “Tener” es en donde ocurren los sucesos. El qué pasó.
Φ El nivel del “Hacer” es en donde se establece el cómo y el cuándo de los sucesos. El cómo pasó.
Φ Sin embargo, el nivel del “Ser” es en donde se establece la causa de los sucesos. El para qué pasó.
Vamos con el ejemplo:
Supongamos que alguien pierde el empleo. La mayoría lo achacaría a la crisis, o a la mala suerte, o echaría la culpa a su jefe (que le tiene manía).
Unos pocos analizarían cómo ha podido suceder y, los menos, se preguntarían para qué ocurrió eso.
Son 3 niveles de conciencia bien distintos y vivir desde cada uno de ellos crea una experiencia de vida muy diferente.
Debemos comenzar a aplicar soluciones espirituales a nuestros problemas materiales preguntándonos por lo que no se ve de cada situación.
Conclusión
En definitiva, lo que trato de compartirte en este post es que la acción interior es mucho más efectiva que la acción mundana, la acción exterior. Personalmente siento que ambas son necesarias, pero la interior es la base sobre la que se sustenta la exterior.
En posteriores artículos veremos cómo poner esto en práctica.
Para concluir este artículo tan revelador, te dejo con dos potentes frases:
El éxito es autosugestión. El fracaso también. Sólo tú decides qué historia vas a contarte.
La fe es fe en tu verdadera identidad como ser humano, divina en esencia. Puestos a tener fe en algo, ¿por qué no en algo grande?
Pues eso ¿por qué no en un concepto de ti mism@ más elevado? Por ejemplo, en ti como Amor.
Hoy, día de San Valentín, quizás sea un buen comienzo para ello.
Un fuerte abrazo para ti,
Miguel Ángel
PD: todo esto, la acción exterior pero también la acción interior, aplicado a tu caso en concreto, es lo que vemos y trabajamos en las sesiones de mentoría 1 a 1 que realizo durante todo el año.
Sus principales beneficios son la autoconfianza, el poder, la claridad, la liviandad y el aplomo para conseguir los resultados que deseas en tu proyecto emprendedor.
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