¡Compartir es mejorarnos!
El puñetero miedo es lo que marca la diferencia entre pasar a la acción y quedarse quieto. Es lo que determina quién eres y quién puedes llegar a ser.
A veces no soy yo, busco un disfraz mejor dice la letra de una de las más famosas canciones del grupo Vetusta Morla: Valiente.
¿Cuántas cosas no hacemos por miedo? Si lo pensamos bien, son unas cuantas.
Ésta es una de esas asignaturas pendientes en casi todas las vidas humanas: cómo aprender a gestionar el miedo.
Y como casi todas las asignaturas importantes de la vida, no se enseña en una escuela ni universidad.
Espero que hoy, después de leer este artículo que sintetiza investigación y lo aprendido al gestionar 5 de mis mayores miedos, encuentres cierta dosis de coraje y valentía para comenzar a gestionar el primero de los tuyos.
¿Quién dijo miedo? No suelo pedir favores, pero hoy quiero pedirte que durante 10 minutos te despojes de tus miedos y seas quien de verdad eres: una persona valiente capaz de lo inimaginable.
Y con esta predisposición, te invito a conocer los pasos que te propongo para aprender a gestionar tus mayores miedos.
Primer paso: sé consciente de tus miedos y ten la humildad de reconocerlos
Las cosas que más tememos ya nos han ocurrido en la vida – Robin Williams
Según Jorge Bucay, un cuento puede ser cien veces más recordado que mil explicaciones teóricas, así que prefiero empezar este artículo con uno de ellos:
Se dice que una noche Nasrudín se encontraba mirando hacia el suelo, dando vueltas alrededor de una farola. Y un vecino que pasaba por la zona le preguntó: “¿Has perdido alguna cosa Nasrudín?“. Y éste le contestó: “Sí, estoy buscando mi llave”. Y seguidamente el vecino se puso a buscarla con él. Después de un rato apareció otra vecina que, intrigada, les preguntó qué estaban haciendo. “Estamos buscando la llave de Nasrudín”. Y ella también se animó a ayudarles a encontrarla.
Cansado y con ganas de irse a dormir uno de los vecinos finalmente le preguntó: “Nasrudín, llevamos buscando tu llave durante varias horas… ¿Estás seguro de haberla perdido en este lugar?”
Sin dudarlo, Nasrudín respondió: “La he perdido dentro de mi casa”. Sorprendido, otro vecino intervino en la conversación: “Pero, ¿por qué la estamos buscando aquí?”. Nasrudín los miró muy seriamente y les dijo: “Pues porque mi casa está muy oscura y aquí hay más luz”.
Más allá de que es para pegarle un bofetón, este cuento representa el miedo que uno tiene cuando tiene que mirar en su interior para encontrar la llave que abre la puerta hacia su felicidad.
Parece una bobada, pero es perfectamente fiel a la pura realidad.
¿Cuántas veces hemos buscado la felicidad, el éxito o el bienestar sabiendo que nadie nos los puede dar?¿Sabiendo que están dentro de nosotros?
Pero claro, mirar ahí da miedo, lleva tiempo y es mejor buscar donde hay luz, por si lo encontramos fuera.
Sucede que después de mucho tiempo sin echar un vistazo a ese mundo, es muy normal que te dé miedo a entrar ahí dentro.
Pero también ocurre que tarde o temprano vas a tener que mirarte al espejo: nadie puede huir eternamente de sí mismo.
Por eso te propongo que descubras más sobre quién eres y qué miedos tienes, para así poder mejorar como ser humano en tus múltiples facetas.
Reconoce que los tienes, sé humilde contigo mismo.
En mi caso personal, uno de mis miedos es a hablar en público. Elige uno de tus miedos y cuando lo tengas, continuamos.
Segundo paso: para qué quieres gestionar ese miedo
Tener un para qué es muchas veces la diferencia entre proponerte hacerlo (quizás, quizás…) y desear hacerlo (lo haces).
En mi caso, quiero gestionar el miedo a hablar en público PARA transmitir los conceptos que cuento en el blog y así inspirar, motivar y ayudar a otros seres humanos con nuevas ideas.
Esto además lo quiero hacer PARA sentirme con más confianza en mí mismo y ser capaz de ir por la vida sin importarme ser juzgado y hacer/decir lo que quiero hacer/decir.
Busca tu para qué y si es importante, será más probable que lo lleves a cabo.
Tercer paso: determina a qué tienes miedo exactamente
Reflexionando unos minutos puedes encontrar una mina de respuestas que te van a ayudar gratamente a continuar con el proceso de la gestión de ese miedo.
Volviendo con mi ejemplo, el miedo a hablar en público es algo general.
Después de pensarlo unos minutos, me di cuenta de que a lo que específicamente le tengo miedo es a varios factores:
⊕ a qué pensarán de mí los que me están viendo/escuchando
⊕ a que no sepa seguir (me quede en blanco)
⊕ a que se me note que estoy nervioso
⊕ a que no guste lo que digo
Como ves, esto es mucho más específico.
Cuarto paso: detecta qué emociones son fruto de ese miedo
Se trata de localizar qué emociones son las que aparecen en tu interior de forma reactiva cada vez que sientes ese miedo.
Cuando tienes miedo de algo, ¿qué sensación te genera? ¿Es rabia, frustración, inseguridad, tristeza, impotencia?
Has de saber que las emociones no son ni buenas ni malas.
En lugar de luchar contra ellas, te incito a verlas como lo que en realidad son: información muy útil para conocer más en profundidad tu sistema de creencias.
Ya hablaré del más que importante mundo del ego la semana que viene, pero mientras tanto quédate con esta frase:
¿No te crea una sensación de liberación el oír esto?
Tus miedos fueron creados en ti por tu ego en el pasado y no son más que falsas creencias.
Apuesto que conoces a alguien que no teme a ese miedo tuyo.
Y a alguien que le tiene miedo a algo a lo que tú no.
Diferentes sistemas de creencias han creado diferentes miedos en cada persona.
Se dice que las experiencias vividas durante los primeros 3 años de vida determinan de forma muy acusada la conducta y el carácter que tendremos de adultos. Y también el miedo.
En mi caso, los miedos anteriores me generan inseguridad, intranquilidad o impotencia entre otros.
Por suerte, gracias al desarrollo personal y al autoconocimiento, es posible aprender a gestionar estos miedos.
Pero para ello es necesario llegar antes a la raíz del problema: los pensamientos.
Quinto paso: determina qué pensamientos causan esas emociones
A nada en la vida se le debe temer. Sólo se le debe comprender – Marie Curie
¿Qué es lo que realmente te causa esas emociones?
Y es que todas las emociones son causadas por pensamientos previos (o creencias).
En el ejemplo anterior, el tener miedo a hablar en público me causa entre otras cosas inseguridad, que viene de creer que los demás suelen juzgar negativamente lo que hago (creencia).
Anota todas tus creencias acerca de tu miedo.
Sexto paso: encuentra evidencia contraria a tus pensamientos
¿Qué puedes pensar para gestionar ese miedo?
Busca pruebas objetivas, evidencias y antiguas experiencias que demuestren que los anteriores pensamientos no se sustentan en ninguna base sólida.
Añade además algún pensamiento positivo, como este maravilloso consejo de Pau Navarro (referente nacional en el ámbito de las habilidades sociales), basado en un estudio:
Aun así, pienso que lo más importante es contarte verdad. Recordarte varios hechos objetivos para que la próxima vez que se te presente una situación que te dé miedo, la puedas gestionar de mejor forma.
Siguiendo con mi ejemplo, puedo contarme a mí mismo lo siguiente:
⊕ que cuando uno juzga, en realidad se está juzgando a sí mismo (luego no me juzgan a mí)
⊕ que desde que me levanto llevo un escudo esférico anti-juicios: no me afectan
⊕ ¿alguien no está nervioso al hablar en público? Es completamente normal y es un estrés positivo (eutrés)
⊕ que me voy a morir igualmente. ¿Qué más da lo que piensen de mí?
⊕ que lo que expongo es mi punto de vista. Cada uno es diferente y ve el mundo desde su individual punto de vista. No puedo (ni quiero) contentar a todos.
⊕ que si me quedo en blanco, lo digo y me río. Es normal. Puedo seguir con otra cosa y luego retomar.
De pronto, ese terrible miedo se transforma en unas cuantas pautas a recordar y unos pocos aprendizajes.
Haz este ejercicio con tus propios miedos, ya verás cómo funciona.
Séptimo paso: crea el hábito de exponerte a lo que te da miedo
La inacción cultiva el miedo. La acción cultiva la confianza y el valor. Si quieres conquistar el miedo, no te quedes sentado en casa pensando sobre éste. Sal y ocúpate de él – Dale Carnegie
Una vez que tienes claro qué puedes pensar y recordar la próxima vez que te encuentres ante una situación que te produzca miedo, el siguiente paso es exponerte a ella: practica, practica y practica.
¿Qué estás retrasando por miedo? Normalmente lo que más miedo te da hacer es lo que más necesitas hacer.
Decide hacer todos los días una cosa que te dé miedo. Crea el hábito.
En mi caso, las soluciones que he encontrado para exponerme a este miedo han sido:
⊕ Dar 2 charlas/talleres en Madrid y Dublín sobre un tema que me apasiona: hábitos saludables para el desarrollo personal
⊕ Ensayar en casa como si estuviera impartiendo un taller
⊕ Ir los lunes a un grupo llamado Public Speaking for Beginners, donde me expongo a hablar en público ante 15 extraños (¡y además en inglés!).
⊕ Aprovechar cada situación que se me presenta (salir voluntario)
En varios de los casos anteriores lo paso mal algunas veces, pero es por eso por lo que lo hago.
Se trata de salir de tu zona de confort regularmente, para darte cuenta de que tus miedos no son tan fuertes como crees.
De revisar tus creencias y darte cuenta de que tú no las elegiste, sino que se instauraron en ti hace muchos años y desde entonces te están frenando para hacer lo que quieres hacer y ser lo que quieres ser.
Ser consciente de que eres capaz de superar tus miedos (y hacerlo) es oro puro para tu crecimiento personal y, muchas veces, profesional.
Y una pregunta que SIEMPRE me ha resultado de muchísima ayuda es la siguiente.
Octavo paso: ¿qué es lo peor que puede pasar?
Mentiría si te digo que es una pregunta más. Pienso que en el mundo de los miedos, es LA pregunta.
“Una buena pregunta es mucho más potente que una buena respuesta
Acostumbra a preguntarte a ti mismo qué es lo peor que crees que podría pasar y que repercusiones tendría.
Y te aseguro de que te sorprenderás en la mayoría de los casos de que no es para tanto y de que tienes soluciones por si eso llegase a pasar (a parte de que la probabilidad de que ocurra suele ser mínima).
En mi ejemplo, pienso que lo peor que puede pasar cuando estoy impartiendo una charla/taller es que sea un completo desastre.
Que me ponga nervioso y se me olvide lo que quería decir y que eso desagrade a los asistentes, que se lleven una mala imagen de mí y que sientan que han perdido el tiempo.
¿Y qué ocurriría después? ¿Eso es todo?¿Es eso para preocuparse demasiado?
Bueno, realmente lo peor sería que me lo tomara personalmente y que me influyera tanto esa experiencia que nunca más quisiera impartir otra charla o taller.
Pero siendo consciente de ello, de los conceptos de este artículo, de que has aprendido a no ser víctima de tus circunstancias y de tu “escudo anti-juicios”, lo peor finalmente se reduciría a no contar con esas personas para el siguiente taller.
Te animo a que respondas a esta poderosa pregunta cada vez que se presente ese miedo que tienes.
La victoria más grande es sobre uno mismo
Al final, y parafraseando a Saint-Exupery, lo verdaderamente importante es invisible a los ojos.
Y tus miedos son lo suficientemente invisibles como para ser importantes.
Y, como casi todas las acciones que te propongo, no se consiguen en unas horas o un par de días.
Llevan tiempo, y por eso mismo, son transformadoras.
Yo he conseguido hacer los pasos 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 8 en 2 mañanas (con 5 de mis miedos, hablar en público el primero de ellos).
No te propongo ni te invito, sino que TE RETO a que tú lo hagas con los tuyos, al menos con uno.
Ya verás qué bien sienta hacerlo y qué de motivante resulta.
Ahora te dejo, que tengo miedo de que el artículo se alargue demasiado.
Sí, no te preocupes. A partir de ahora voy a empezar a gestionar ese miedo .
Es más valiente el que vence a sus miedos que el que vence a sus enemigos, porque la victoria más grande es sobre uno mismo – Aristóteles
Un placer escribir para ti, amig@.
Miguel Ángel
¿Te ha parecido interesante el artículo? Si es así te animo a compartirlo en las redes sociales en un solo clic para que de este modo más seres humanos puedan beneficiarse de ello.
Y no olvides pasarte por la fan page del blog, donde puedes disfrutar de contenido que no se publica en el blog.
¡Compartir es mejorarnos!
Necesito volver a leerlo y reflexionar, porque siempre he creído que no tenía miedo a enfrentarme a las más variadas situaciones, pero ahora tengo que madurarlo y sentir desde las raíces.
Porque puedo haber aprendido a no tener miedo… por??, para??. algo relacionado con mis creencias.
Hola Loli,
¡Qué alegría ver tu comentario!
La verdad es que lo que dices me asombra jaja. Probablemente, como todo ser humano, hayas tenido miedo ante determinadas situaciones, pero no lo llamabas como tal.
Y como dices, puede estar relacionado con tus creencias. La idea de miedo que hayas tenido durante años puede que te haya llevado a no verlo o llamarlo de ese modo.
De todas formas, si eres una persona valiente y que tiene miedo a pocas cosas, personas o situaciones, mucho mejor, ya que hay menos condicionantes que te frenan en tus decisiones y acciones.
Muchas gracias por comentar tus propias experiencias.
Un fuerte abrazo al Centro!